domingo, enero 16, 2011

Diwan

Imposible ni siquiera intentar reflejar una mínima parte de lo que supone visionar 'Diwan' (1973) en unas cuantas imágenes estáticas. La magna obra del cineasta alemán Werner Nekes se resiste a ser capturada y resumida, tanto en su experiencia visual como en la hipnótica banda somora creada por Anthony Moore.

"Hynningen ('Techo de miel' en sueco) comienza con largas exposiciones múltiples de un paisaje con un claro, abriéndose hacia el horizonte. En medio del claro hay una simple cabaña de madera del tipo característico del norte de Europa o de Quebec. Hay actores: un hombre y una mujer - en la ventana, en la puerta, paseando por el césped, duplicados o incluso triplicados por exposiciones múltiples. Las huellas que han dejado en diferentes momentos del día y la luz cambiante aparecen como suaves fantasmas. Si nuestras variantes percepciones sobrevivieran a los cambios de ubicación, experimentaríamos un fuerte sentido de continuidad y de repetición. Esta contraparte visual al imperfecto tiempo gramatical es amplificada por tres tonos altos sobre un fondo de curvas sinoidales. Estos poco a poco alcanzan un tono más alto. Pero esta casa aislada, filmada en la densidad casi silenciosa de una baudeleriana 'tarde sin fin', que parece como si estuviera hecho para dar cabida a la paz y la meditación, ¿no consigue una repentina, desconcertante presencia? Si bien es cierto que el término "ser" originalmente significa no sólo"vivir"y "desarrollarse", sino también "habitar", teniendo en cuenta tanto las raíces indoeuropeas (es, bhû), como la germánica "wes", ¿no trae a la memoria, al ver esta morada, aquello que Heidegger dijo sobre el hombre como "el guardián de su ser"? ¿No es este techo de miel el lugar de la protegida existencia? No importa lo que el propio Nekes piense acerca de sus películas y no importa cuán dominante sea la primacía de la técnica y la estructura, ¿acaso no ha comenzado con DIWAN a erigir una obra metafísica, en la que el cine se otorga la tarea de ocultar y revelar la existencia como tal? Este es precisamente el objetivo que, según Heidegger, constituye un privilegio opresor del hombre, el hombre que se somete a la dolorosa experiencia del aburrimiento y de la angustia. El final de la película es tan alegre como misterioso: nos lleva a la casa con el techo de miel. Frente a una ventana, abierta como en las pinturas de Magritte, los habitantes de pie, en exposición múltiple, desnudos y en silencio..." - (L'Art Vivant, Paris, Oct. 1974). 














Imágenes capturadas de la edición en DVD.

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